Belleza casta, elegancia natural y sonrisa inacabada. A bote pronto podría pasar por la prima-hermana vallisoletana de Audrey Hepburn. Protagoniza su particular "Vacaciones en Roma" moviéndose por las calles de Madrid en Vespa y a partir de ahora tendrá cada mañana un "Desayuno con diamantes" en la agenda: barrita de pan de trigo castellano, tomate de la huerta murciana, jamón ibérico de la dehesa salmantina, aceite de oliva virgen extra del olivar más grande del planeta, zumo de naranjas valencianas y café con leche de la cornisa cantábrica, un "spanish breakfast" como Dios manda. Su puesta en escena evidencia que la tecnocracia y el abono nitrogenado no están reñidos con el glamour. Su voz grave, un carácter inflexible y fuerte.

Su padre le dijo que lo primero es el respeto a las personas. Su mentor, que son tiempos de duchas frías y yogures caducados y que los cañones del enemigo apuntan siempre a la cabeza visible. De su madre heredó el cariño hacia el medio rural y de las monjas del colegio los valores del humanismo cristiano. "Las puertas del Ministerio de Agricultura se mantendrán abiertas para todos", aseguró durante su primera intervención como titular del ramo. En el resto fue predecible; "mejorar la renta de los agricultores", "crecimiento económico sobre la base de un desarrollo sostenido", "continuar proyectos emprendidos", "honor y responsabilidad", Cañete de mi vida, que no pasa nada que la copa está ganada, etc.., lo políticamente correcto ( léase aburrido y plano) en estos casos. Tras el discurso EFE tituló: "Tres ministros arropan a Tejerina en el traspaso de la cartera de Agricultura". Se puede interpretar como un adelanto de su perfil bajo a nivel mediático.


Elena Espinosa estuvo seis años al frente del Ministerio de Agricultura y se la recuerda por las polémicas declaraciones de su número dos para fomentar el consumo de carne de conejo. Rosa Aguilar estuvo unos meses, manoseó la palabra "diálogo", pero no convocó ni una sola vez el Comité Asesor Agrario. Quiso pintar de verde el Ministerio pero se dejó la brocha en la metáfora. El ministro saliente, Arias Cañete, ha teñido de triunfalismo su gestión y ha sacado pecho al cumplir la práctica totalidad de su programa en el ecuador de la legislatura. Carlos Sánchez, Director adjunto de El Confidencial, habla en un agudo análisis de la actualidad que en nuestro sistema político esa autocomplaciencia es coherente con una democracia de baja intensidad que consiste en ganar las elecciones y ejercer el poder durante los dos primeros años, mientras que el resto de la legislatura se destina a preparar los siguientes comicios. "Eso sí aprobando muchas leyes (cuanto más prolijas mejor) para dar sensación de que se hacen muchas cosas. Es decir, confundiendo hacer reformas de calado, con la aprobación de muchas normas, decretos y leyes, como si ambas estrategias fueran la misma cosa", afirma. Caso de la reforma de la Política Agraria Común (PAC), un sudoku de nuevas normas que en el fondo sirven al mantenimiento del status quo; perpetuar un sistema injusto en el que apenas 2.000 perceptores seguirán recibiendo el mismo importe de ayudas PAC que 500.000. Cambiar todo para que en esencia nada cambie.


Con una dilatada experiencia en Madrid y en Bruselas y una vasta formación académica en la materia,  García Tejerina tiene un gran reto por delante: que su discurso de investidura no se quede en la belleza casta de las palabras. Bienaventurados los políticos coherentes porque de ellos será el reino de la confianza. La formación confiere autoridad, el carácter, respeto. Ánimo y suerte.